Inteligencia Artificial y otras herramientas para no escribir

Se ha hablado mucho de la Inteligencia Artificial últimamente: ese invento que llegaba para facilitarnos la vida y que, sin embargo, parece destinado a todo lo contrario; incluso si solo es a través de las polémicas sin sentido que ha generado. Alguien que decía ser escritor aseguraba el otro día que todos acabaríamos usando la IA para que esta escribiera por nosotros, y que al final sería solo la originalidad de las tramas lo que determinaría la calidad de una novela. Imaginaos. Un día tienes una idea para una historia, te sientas delante del ordenador e introduces unos parámetros básicos: planteamiento, nudo, desenlace, personajes, un escenario y un tiempo (no hace falta documentarse, eso ya lo hará la IA por ti), pulsas una tecla de nada y ya tienes un escrito listo para ser publicado. Solo necesitas el tiempo que te lleve leerlo antes, aunque ni siquiera eso es necesario.


Eso que se plantea, ese mundo donde el escritor no “necesita” escribir, me ha hecho pensar en todo lo que me perdería, en ese proceso a veces lento, a veces fugaz; a ratos tortuoso, a ratos feliz… que no llegaría a ser jamás y que me aporta tanto.


Yo sí necesito escribir. Para mí es algo tan básico como respirar. Pienso en la novela que estoy escribiendo ahora, una novela que nació hace tres años y que ha ido creciendo poco a poco, al mismo tiempo que crecía yo. He leído mucho para hacerlo, he pensado mucho en esos testimonios que he encontrado y en cómo hacerlo me ha cambiado. No soy la misma persona que era hace tres años, y la novela tampoco lo es. Con ella me he enfrentado a preguntas difíciles, sobre la realidad y sobre mí misma, y hallar la respuesta (o no) me ha traído aquí, a esta versión en la que tengo respuestas que antes no tenía y más preguntas que quizá algún día contestaré a través de la escritura… y de la narración. Qué felicidad da toparse con una combinación inesperada de palabras, un matiz que nace de algún rincón complicado, o tal vez una asociación que vivía dentro de ti sin que fueras consciente. El lenguaje somos nosotros, la forma de pensar, de sentir, de explorar y entender la vida, y nuestra escritura es un reflejo de ello.


Escribir también es para mí como levantar puentes: entre quien eras antes y quien eres ahora o entre escritor y lector, pues en el tiempo que dura la historia uno se enfrenta mientras lee a aquello a lo que el otro ya se enfrentó mientras escribía.


Yo me vacío en las páginas. Una parte de mí se queda en ellas y sin ese proceso de creación y entrega no podría ser quien soy.


Al final lo que hay que defender una vez más es que escritor no es el que publica, sino el que escribe.


Paula.