Tanto
en lo personal como en lo literario este ha sido un año de grandes cambios y
aún me estoy adaptando a algunos de ellos. En lo que respecta a los libros, ha
sido el año de las oportunidades. He firmado contratos por historias que me
apasionan y que podréis conocer a partir del año que viene, he vuelto a eventos
que me hacían mucha ilusión y se han abierto puertas inesperadas. Estoy
contentísima por el entusiasmo y la pasión con la que habéis recibido La
princesa de invierno y Príncipe de la traición, y los chicos de la
Tormenta lo siguen petando (gracias infinitas).
Ahora
mismo estoy escribiendo Gaueko, un proyecto que me tiene completamente atrapada
y en el que no he podido dejar de pensar los últimos días. Si esto no fuera un
balance de todo el año, invertiría este espacio en hablaros únicamente de él. A
veces pasa: encuentras algo que tira irremediablemente de ti y ya no hay vuelta
atrás. Tengo que contenerme porque me siento muy tentada de sentarme un día
frente al portátil y no volver a levantarme hasta haberla terminado. Estoy en
ese punto de la historia (85.000 palabras) en el que sé todo lo que ha de
ocurrir hasta el final y me tengo que obligar a parar.
Y
en febrero de 2023 llega Ophelia y el sueño de cristal, con la chica de
las alturas, el chico que soñaba con una librería y el que soñaba con perderse.
He terminado de escribirla este año, en uno de esos arrebatos en los que la
inspiración se adueña de todo. Es mi historia más especial, la más bonita, la
más dura, la más feliz… todo al mismo tiempo. Creo que es parte de su magia,
que se desliza entre las grietas, en forma de flores salvajes, de caracolas, de
gorriones despistados… Me muero por verla en papel, y me muero por hablaros más
de ella. Helena, Nico… pronto os conocerán.
No
puedo despedir el año sin agradeceros el cariño con el que tratáis siempre a
mis historias, el mismo cariño con el que me recibís en cada evento. Las ferias
del libro de este año han sido inolvidables.
En
fin, nos leemos pronto. Os dejo con esta cita de Ophelia:
Sus manos en mi espalda han traído la
tranquilidad blanca del mar. Han crecido flores rojas en las grietas.
Un abrazo,
Paula.