Os he hablado mucho de Joren y de
lo enamorada que sigo de ese personaje; pero hoy me gustaría contaros más,
mucho más; sobre el resto, sobre el invierno en Dinamarca y los aviones que
sobrevolaron sus cielos un día. Quiero contaros lo que esta historia significó
para mí, y lo que aún significa.
Un día de invierno tiene muchas lecturas; si lo habéis leído
sabréis de lo que hablo, y yo siempre procuro no pronunciarme, porque creo que
lo especial y lo bonito es que cada uno haga la suya propia. Sin embargo, para
mí, hoy solo tiene una.
La historia llegó por sorpresa,
sin pretenderlo. Surgió de una idea pequeñita, y fue creciendo y creciendo
hasta que Joren, Karan, Derek y los demás tuvieron un rostro, una forma de
caminar y una manera concreta de contener el aliento.
Joren es el rey de los aviones,
Karan la chica que capturó el universo en su mirada y Derek el soñador del amor
incondicional. Los quiero a todos.
Su publicación también llegó en
un momento inesperado, todo su proceso fue muy enriquecedor y pude involucrarme
tanto que aprendí muchísimo. También aprendí mientras lo
escribía; aprendí a la vez que lo hacía Karan con su hermano, cada vez que
tenía que tomar una decisión difícil o anteponer las necesidades de sus
hermanos a lo que ella sentía en ese momento.
Un día de invierno habla de amor; un amor entre amigos, entre
hermanos y entre personas que están destinadas a encontrarse de nuevo. También
canta a los errores que nos hacen dolorosamente humanos, a la superación que
nos inspira y a la esperanza que nos mantiene a flote.
He querido contaros todo esto
porque durante el último año han cambiado muchas cosas, he crecido mucho y mi forma de ver esta historia ha cambiado un poco: soy una soñadora, puedo
decirlo bien alto, porque hoy necesito creer que Derek tenía razón.
Un abrazo.
Paula.
Un aplauso, este libro me encanto y estoy muy satisfecho con la lectura, me gustaría que hagas mas libros de este tipo de libros
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